Lunes
Dado que estamos a punto de comenzar las fiestas de Navidad, me parece una buena idea comen hablándoles a los niños de que celebramos en Navidad. (Esta charla nos llevará uno 10 minutos).
Una vez que yo les he hablado un poco a cerca de la Navidad, continuarán hablando los niños, y como en clase hay niños de diferentes países (de Centroeuropa, de América de Sur, de África…) les contarán al resto de sus compañeros como viven ellos la Navidad, qué comen en éstas fechas, si adornan sus casas con adornos navideños, como son esos adornos… (Esta asamblea durará unos 20 minutos aproximadamente)
Para terminar, les contaré un cuento de Navidad, para el que tienen que inventarse el final entre todos. (En contarles el cuento e inventarnos el final entre, todos tardaremos unos 20 minutos).
El cuento es el siguiente:
Un regalo de Navidad
En una pequeña ciudad había una sola tienda que vendía árboles de Navidad. Allí se podían encontrar arboles de todos los tamaños, formas y colores.
El dueño de la tienda había organizado un concurso para premiar al arbolito más bonito y mejor decorado del año y lo mejor de todo, es que sería el mismo San Nicolás quien iba a entregar el premio, el día de Navidad.
Todos los niños de la ciudad querían ser premiados por Santa y acudieron a la tienda a comprar su arbolito para decorarlo y poder concursar.
Los arbolitos se emocionaban mucho al ver a los niños y decididos a ser el elegido, les gritaban: ¡A mí... a mí... mírame a mí ¡
Cada vez que entraba un niño a la tienda era igual, los arbolitos comenzaban a esforzarse por llamar la atención y lograr ser escogidos.
¡A mí que soy grande!... ¡no, no a mí que soy gordito!... o ¡a mí que soy de chocolate!... o ¡a mí que puedo hablar!. Se oía en toda la tienda.
Pasando los días, la tienda se fue quedando sin arbolitos y sólo se escuchaba la voz de un arbolito que decía:
A mí, a mí... que soy el más chiquito.
A la tienda llegó, casi en vísperas de Navidad, una pareja muy elegante que quería comprar un arbolito.
El dueño de la tienda les informó que el único árbol que le quedaba era uno muy pequeñito.
Sin importarles el tamaño, la pareja decidió llevárselo.
El arbolito pequeño se alegró mucho, pues al fin, alguien lo iba a poder decorar para Navidad y podría participar en el concurso.
Al llegar a la casa grande, donde vivía la pareja, el arbolito se sorprendió:
¿Cómo siendo tan pequeño, podré lucir ante tanta belleza y majestuosidad?.
Una vez que la pareja entra a la casa, comenzaron a llamar a la hija:
¡Regina!... ven... ¡hija!... te tenemos una sorpresa.
El arbolito escuchó unas rápidas pisadas provenientes del piso de arriba. Su corazoncito empezó a latir con fuerza. Estaba dichoso de poder hacer feliz a una linda niñita.
Al bajar la niña, el pequeño arbolito, se impresionó de la reacción de esta.
¡Esto es mi arbolito!... Yo quería un árbol grande, frondoso, enorme hasta el cielo para decorarlo con miles de luces y esferas. ¿Cómo voy a ganar el concurso con este arbolito enano? Dijo la niña rompiendo en llanto.
Regina, era el único arbolito que quedaba en la tienda. Explicó su padre.
¡No lo quiero!...es horrendo... ¡no lo quiero! Gritaba furiosa la niña.
Los padres, desilusionados, tomaron al pequeño arbolito y lo llevaron de regreso a la tienda.
El arbolito estaba triste porque la niña no lo había querido pero tenía la esperanza de que alguien viniera por él y podrían decorarlo a tiempo para la Navidad.
Unas horas más tarde, se escuchó que abrían la puerta de la tienda.
¡A mí... a mí... que soy el más chiquito. Gritaba el arbolito lleno de felicidad.
Era una pareja robusta, de grandes cachetes colorados y manos enormes.
El señor de la tienda les informó que el único árbol que le quedaba era aquel pequeñito de la ventana.
La pareja tomó al arbolito y sin darle importancia a lo del tamaño, se marcho con este.
Llegando a la casa, el arbolito vio como salían a su encuentro dos niños gordos que gritaban:
¿Lo encontraste papi?... ¿Es cómo te lo pedimos mami?
Al bajar los padres del coche, los niños se le fueron encima al pequeño arbolito.
¿Y qué pasó después? …
Al finalizar la clase les diré a los niños que mañana tienen que traer a clase un espumillón, ya que, vamos a realizar una manualidad. También les entregaré una nota para que les den a sus padres recordándoles que le tienen que dar a sus hijos el espumillón para mañana.